Yo quiero

martes, 3 de febrero de 2009

De talleres y talleristas

Este texto lo extrajimos del Manual de capacitación “Sexualidad y salud en la adolescencia. Herramientas teóricas y prácticas para ejercer nuestros derechos”, Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer – FEIM y INFEM., 2da edición, marzo de 2005. Pág 15 a 19.



¿Qué es un taller?

Un taller es un lugar de trabajo, un espacio donde se crean, se arreglan o se modifican cosas. En el contexto de una capacitación o una experiencia de formación, se utiliza el concepto “taller” para indicar una “forma de enseñar y, sobre todo, de aprender, mediante la realización de ‘algo’ que se lleva a cabo conjuntamente”[1]. Lo que se elaborará en un taller formativo es el conocimiento sobre algún tema específico.

El taller es una metodología de formación que permite abordar temáticas muy amplias y, además, fortalecer la participación, la cooperación, la reflexión, y la comunicación. Reconoce el dialogo como fuente de enriquecimiento y de búsqueda en la construcción del conocimiento. El eje del mismo esta en la participación de todos los que intervienen en él, para la creación de ese ‘algo’ que se intenta lograr con la realización del encuentro.

En un taller se aprende por medio de la reflexión y la acción común de todos los participantes; todos aportan, problematizan, interrogan, dudan, buscan respuestas en forma activa y responsable. Es un lugar de producción, que supone la existencia de “un grupo social organizado para el aprendizaje” y que, como toda tarea grupal, logra “mayor productividad si usa técnicas adecuadas”[2].

Efectivamente, en un taller se utilizan ciertas técnicas educativas; éstas son herramientas que nos ayudan reflexionar, debatir, llegar a conclusiones o establecer estrategias frente a un tema de interés o un proyecto que nos proponemos realizar. Deberíamos recordar siempre que “cuando se elige una técnica se debe tener claro a qué objetivos se quiere llegar, cuáles son sus límites y posibilidades”[3], ya que lo más importante es que los y las participantes del taller se lleven ese ‘algo’ que consideraron importante transmitir cuando se planeó el encuentro.

En síntesis, un taller “supone la capacidad de poner en cuestión las propias posiciones y maneras de pensar y hacer, en el intercambio con los otros”.[4] Es una idea que empieza a ser acción porque posee la intencionalidad de cambiar algo. Tiene como uno de sus principios orientadores el aprender a aprender, aprender a pensar, sentir y actuar…


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¿Por dónde empezar?

Como un taller requiere una preparación previa, las siguientes preguntas te ayudarán para esa tarea:

QUÉ se quiere hacer…¿Porqué hacemos esto y no otra cosa? ¿Cuáles son los contenidos que creemos importante transmitir?
POR QUÉ se quiere hacer. ¿Qué problemas o necesidades dan lugar a la actividad?
PARA QUÉ se quiere hacer. ¿Qué objetivos se quieren alcanzar? ¿Qué se pretende lograr con su realización?
CÓMO se va a hacer. ¿Qué tareas hay que realizar, qué metodología utilizar? ¿Cuál será la manera de evaluar el proceso y los resultados del taller?
QUIÉNES van a hacer. ¿A quiénes se les encargará la responsabilidad de realizar las diferentes actividades? ¿Quiénes participarán en la formación? ¿Quiénes son los destinatarios del taller?
CON QUÉ se va a hacer. ¿Con qué recursos materiales se cuenta? ¿Qué es lo que necesitás? ¿A quienes necesitás? No olvides que los participantes pueden aportar lo que saben.
CUÁNTO se quiere hacer, DÓNDE se quiere hacer, CUÁNDO se va a hacer…

Una vez que estas preguntas tienen sus respuestas, recién entonces podés comenzar con la organización del taller, es decir, con la búsqueda de un lugar para realizarlo y la convocatoria a quienes te interesía que participen.

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¿Cómo se realiza un taller?

Podemos pensar y proyectar un taller distinguiendo en él tres momentos:

1. inicio o presentación;
2. desarrollo o producción grupal;
3. cierre y evaluación.


1. El inicio o presentación tiene por objetivo la presentación de las personas que participan (si no se conocen), o profundizar el conocimiento de algún aspecto, crear un ambiente distendido y de confianza que favorezca la participación del conjunto y la conexión del grupo. En este momento se explicitan los objetivos del encuentro y de los participantes.

2. En el momento del desarrollo o producción grupal se trabaja a partir de lo que sabe el grupo sobre el tema; se propone analizarlo, reflexionarlo, profundizarlo e interpretarlo a partir de las técnicas o actividades elegidas. También se puede acordar una forma de actuar organizada o un plan de acción para el futuro. En este momento hay que intentar ordenar y clarificar las ideas y las dudas del grupo, profundizando en los contenidos que se abordan y con la ayuda de diferentes técnicas.

3. En el momento de cierre se realiza una síntesis de lo trabajado, repasando las conclusiones y las propuestas de acción planteadas tanto a nivel individual como grupal. Es bueno promover algún tipo de evaluación donde todos opinen. También es conveniente utilizar alguna actividad que permita “cerrar” el encuentro planteando alguna forma de despedida de los participantes del taller.

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¿Cómo evaluar un taller?

Es recomendable que al finalizar un taller efectúes una evaluación para determinar logros, en función de los objetivos que te habías propuesto. Para ello, lo ideal es preparar algunas preguntas para que los participantes contesten y transmitan su percepción sobre lo aprendido y sobre la metodología utilizada para ese fin. A partir de esta reflexión sobre lo que estuvo bien y no tan bien en el taller, podrás realizar los ajustes necesarios para los futuros talleres que lleves a cabo.

Para realizar esta evaluación podés pensar en las siguientes preguntas:

¿Hubo cambios desde la situación inicial?
¿Qué actividades facilitaron los logros y cuáles los dificultaron?
¿Por qué? ¿ Qué puedo hacer para mejorarlo?

Al comparar los resultados de las acciones con los objetivos que te planteaste, podrás reajustar el plan de acción, según los resultados que vayas obteniendo a medida que se implementa el taller.
Para organizar un nuevo taller es bueno tener en cuenta las experiencias y los aprendizajes anteriores, tomándolos como punto de partida. Además no te olvides de tener en cuenta lo que el grupo sabe, siente y vive sobre una problemática.

La posibilidad de abrir este espacio de reflexión y análisis para el grupo es fundamental, pues en un taller, por la propia metodología utilizada, el grupo se compromete activamente y es importante dar un espacio para que él mismo evalúe los procesos y resultados de la actividad.




[1] Ander-Egg, E; El taller. Una alternativa para la renovación pedagógica, Buenos Aires, Magisterio del Río de La Plata, 1991, p. 10.
[2] Ibid.
[3] Llosa, S y Lomagno, C, Estrategias didácticas II. Las prácticas comunitarias en salud. Módulo 8, serie Formación docente en salud. Secretaría de Planificación de la Salud, Dirección Provincial de Capacitación para la Salud, Buenos Aires, 1999.
[4] Ander-Egg, E. ob. cit., pag. 65

1 comentario:

  1. Buenísimo! Si tienen más textos, me vendrían bárbaro!

    saludos

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